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ROMANCE MUSICAL: CMQ Y CONTINENTAL FILMS SE EMBARCAN EN UNA AVENTURA
Ernesto Caparrós describe el modo en que se las ingenió para lograr que Miguel Gabriel, propietario de CMQ, aportara artistas
de su emisora y respaldara económicamente un nuevo proyecto, para el cual disponía ya de un hipotético financiamiento de la
casa distribuidora Continental Films; por la ligereza de su «argumento» prometía estimables resultados de taquilla:
En la finca de Gabriel de la CMQ, mientras pasaba el susto del accidente de la motocicleta que yo manejaba, una Indian
de cuatro cilindros que era la que corría más de nuestro grupo, hablé con Miguel que yo quería hacer una película de argumento
con la CMQ. Me dijo que si no le costaba dinero a él, que usara todo lo que me conviniera; y, de pronto, me convertí en un
gran jefe. En la estación de radio escribí el argumento. Los artistas y los músicos se encantaron con la idea de rodar la
película sin cobrar y así encontré un productor para el cash y créditos en el estudio, laboratorio, película virgen, etc.
Así nació Romance musical.»
Ese fue el título de la producción antes llamada Estrellas nacientes, promovida como «una película que hará época... bonita,
fina, sentimental, llena de música, cantada por sus artistas preferidos y que Ud. ha de ver varias veces». Desde el lunes
15 de septiembre de 1941 fue rodada en el foro de Estudios de la Compañía Habana Industrial Cinematográfica (CHIC), en Estrella
y Plasencia, que por quinta vez era utilizado para una producción fílmica. Caparrós reunió a su fiel equipo de colaboradores:
Octavio Gómez Castro y Gabriel Villada (productores), Manuel Diez (jefe de producción), Carlos Alpuente (asistente de dirección),
Amada Álvarez (script girl y secretaria), Ricardo Delgado y Luis Caparrós (fotografía), con el actor Germán Ruiz como asistente,
Alejandro Caparrós al frente del equipo de sonidistas, con Manuel Solé (grabación) y Mario Franca (boom), Francisco Torres
(jefe de iluminación), auxiliado por Aurelio Iglesias y Juan Laurence, Israel Fernández (maquillaje), asistido por José Lora,
René Scull (director de la construcción de los decorados), con Rolando Cusiné (auxiliar), Armando Miqueli (pintura escenográfica),
Jesús Vargas (decorador de sets) y Fernando Lezcano (still-man). El metraje alcanzó los 8 400 pies (nueve rollos).
Lo cómico y lo sentimental se unen en esta película, para que el espectador pueda gozar de un espectáculo lleno de amenidades,
entre las que se destacan: el exquisito vestuario y los preciosos sets que se han construido para llenar de belleza todas
las escenas de Romance musical», escribió en una crónica de su visita al rodaje en estudios un periodista que firmó como El
caballero Bohemio, publicada en Cinema. Gómez Castro, en una entrevista concedida a Cine-Gráfico, exteriorizó su confianza:
«Me he embarcado en una aventura que puede costarme algún dinero, pero si salgo bien de ella será el punto de partida de una
producción cinematográfica muy en serio, la que habré de calorizar con todos mis entusiasmos»
Aún sin leer el argumento original de Caparrós, y el guión escrito por Víctor Reyes con la colaboración de la script Amada
Álvarez, cuyas incidencias se desconocen, basta observar las fotografías y examinar el reparto integrado por conocidos comediantes
y cantantes, para adivinar que la historia era otra excusa para eslabonar números musicales y chistes. Enriqueta Sierra (coautora
de los diálogos junto al autor radial Arturo Liendo), personificaba a la abuela de las muchachas (Normita Suárez, Minín Bujones
y América Castro), Aníbal de Mar era Don Pancracio, el mayordomo de la casa de Marcelo -que no desaprovechó la ocasión para
caracterizarse en una jocosa secuencia como el negrito del bufo- y en el papel de un íntimo amigo de Rosita Fornés, figuró
Otto Sirgo, galán del cuadro radioteatral Regalías El Cuño. Manolo Fernández aparecía como un enamorado de América y Marisol
Alba repetía su papel en la radio de Anacleta, la esposa de don Pancracio.
Entre las actuaciones especiales se contó con Rita Montaner en la guaracha «La chismosa», del compositor y pianista villareño
Juan Bruno Tarraza, René Cabell cantó «Súplica de amor», Olga Chorens el tango «Cariño» en una viñeta de «sabor argentino»,
rodeada de criollísimos gauchos, y Elsa Valladares se lució en la rumba «Qué pasó». Otros intérpretes fueron las Hermanas
Hevia, Alberto Musset, José Antonio Wong, Carlos Irigoyen, El Maestro, Agapito y Timoteo, el improvisador Carioca, José Antonio
Alonso (promotor de «La Corte Suprema del Arte» y Animador Estrella del Circuito CMQ), Erminda García y el popular Trío de
Servando Díaz. Al cabo de veinte años de que Peón lo dirigiera en Dios existe (1920), el locutor Marcelo Agudo volvía a situarse
frente a las cámaras por segunda vez. De la dirección musical se responsabilizó el maestro Enrique González Mántici e intervinieron
las Orquestas CMQ y Río de La Plata, bajo la batuta de Lorenzo Pego, en una decena de números, entre ellos los valses: «Cuentos
de los Bosques de Viena», «Danubio azul», «Vals de Musetta» de La Bohéme, y las melodías «Mañanita de sol», «Tiger Tag», «Canción
del día», «Ilusiones», «Sin ella», «Amor» y «Abuela» (parodia de «Aurora»).
Romance musical era promocionado en las carteleras de próximos estrenos del Teatro América como la primera película cubana
que merecía el honor de ser exhibida en ese coliseo donde se programó desde el lunes 9 de febrero. La pequeña gran actriz
Normita González, seleccionada por Caparrós en el Cuadro Radioteatral de la emisora de Monte y Prado para debutar en su película,
proclamada «Mascota oficial del circuito CMQ», ceremonia que se efectuaría en el Fausto el 2 de febrero. Después de tres días
de preestreno, esta película destinada a «hacer época» según sus publicistas, fue objeto de una gran premiére el 26 de enero
a las 9:30 p.m. con un show relámpago en la escena con dirección musical de González Mántici y las actuaciones de Pedro Vargas,
artista exclusivo de Crusellas y Cía., acompañado por su pianista Pepe Agüero, Zoila Gálvez, el coro Estrellas Nacientes,
el trío de Bertho González, el trío Circuito y otros artistas de la CMQ, como «homenaje al cine cubano». El costo de la luneta
ascendió a ochenta centavos. Por si fuera poco el despliegue publicitario, los oyentes de las emisoras del Circuito CMQ pudieron
escuchar no solo declaraciones de los intérpretes y miembros del equipo de realización entrevistados en el vestíbulo del teatro
por Germán Pinelli, sino que a través de un micrófono instalado en la caseta de proyección se transmitió la película completa.
Fue la primera vez en Cuba que se ofreció un espectáculo semejante en la radio.
Martha Elba Fombellida desde su sección «Cinematográficas» en El Avance Criollo reseñó el estreno: «La película adolece
de pequeños defectos; defectos sin trascendencia, pero desde el punto de vista técnico, nada tiene que envidiarle a la mejor
cinta argentina y si se quiere, a muchas americanas de importancia. Y es que Caparrós se ha metido de lleno en la técnica
cinematográfica: estudia, capta y saca partido de cuanto está al alcance de sus recursos. ¡Y qué pocos recursos tienen en
Cuba nuestros directores!» Para la periodista y actriz era discutible considerar el argumento como tal, pues solo era un motivo
para que todos estos artistas de la radio pudieran expresar sus especialidades fuera de la CMQ. Al día siguiente, en la sección
«Noticias de Teatros y Cines» del mismo diario, Mario Lescano Abella opinó:
Romance musical acusa un adelanto en cuanto al sonido. La grabación de las voces no admite casi reparos. Esto ha permitido
el lucimiento de América Crespo, cuya voz es eminentemente vitafónica. También es justicia reconocer los varios aciertos de
la fotografía. Algunos cortes ciertamente caen en brusquedades que habría sido hábil evitar. Ahora bien, tales yerros, por
contraste, valorizan aún más la parte atinada de la producción.
El crítico destacó la revelación de Minín Bujones y sus dotes para la comedia, subrayó la escena de Rita Montaner como
una de las mejores por la gracia y color conferidos al personaje de la lengüilarga y terminó por concluir que la película
no era otra cosa que una revista de las actividades la CMQ y su Corte Suprema del Arte. Recomendó a Caparrós aliarse con verdadero
escritor, por advertir la ausencia de uno en el guión.
«Si el principal éxito de una película depende de la buena acogida que le dispense el público, Romance musical acaba de
conquistar el triunfo más lisonjero que todo productor puede ambicionar»." Así comenzó Enrique Perdices su crónica del
estreno de la nueva película, «que no hará pensar mucho a los espectadores, pero tenemos la seguridad que les brindará una
diversión agradable». El periodista alabó la labor de González Mántici en la parte musical por la variedad de ritmos incluidos
en la banda sonora (vals, tango, criolla...), los logros de la fotografía y la perfección del sonido. Perdices se sumó al
aplauso unánime tributado por los espectadores a la Montaner de solo aparecer en la escena en que intervenía. En cuanto al
resto de los intérpretes consideró que Enriqueta Sierra conseguía dotar de importancia a su personaje, América Crespo salía
airosa del suyo, Manolo Fernández evidenciaba sus cualidades para el canto pero sus nulas dotes como actor, calificó de promisoria
a Normita González y a la bisoña Minín Bujones -que ocupó la portada del número 321 de Cinema- como una gran revelación y
la figura más sobresaliente de un reparto de artistas muy populares en la radio pero que en su mayor parte se limitaron a
«servir de extras para cooperar con el director». El elogio de Aníbal de Mar, animador de toda la trama con sus chistes oportunos,
fue reiterado no solo en esta crítica. A su juicio, la mejor escena fue aquella en la cual Olga Chorens interpretaba el tango.
Su criterio se advierte en este fragmento:
Como revista al fin, no tiene otra pretensión que divertir al espectador, mostrándole las más variadas escenas donde los
números musicales son su mayor atracción. Caparrós ha logrado una buena film, no tan extraordinaria como él quisiera; pero
sí lo suficiente atractiva para que los que siguen sus pasos puedan estimar sus progresos.
Al desfilar sus escenas por la pantalla, vemos deficiencias que no disculpamos pero que tampoco merecen una drástica censura.
La falta de práctica continua y el nerviosismo con que aquí se produce, es lo único que motiva estos errores, que los mismos
realizadores con recursos y tranquilidad, fácilmente podrían subsanar.
Cuando asistimos a la premiére de Romance musical, solo aspirábamos admirar un film agradable y nuestra aspiración no
fue defraudada. Si alguien pretendió ver algo similar a Lo que el viento se llevó, cometió el error de crear en su imaginación
una ilusión tonta.
De «valor positivo de nuestra cinematografía» fue tildado Ernesto Caparrós por Gonzalo de Palacio a propósito de Romance
musical y convino con Perdices en que no había pretendido, en modo alguno, emular a Welles porque «su enseñanza no ha traspasado
los lindes de nuestros modestísimos estudios. Y su aprendizaje ha sido duro y laborioso. Ha tenido que inventar, digámoslo
asi, y adivinar lo que se hacía fuera de Cuba, en la Meca del Cine, o en Joinville, o en Buenos Aires para "hacer algo".
Pero lo ha hecho». El realizador reveló al periodista que en la selección de artistas de una emisora popularísima, sus propósitos
originales eran rodar una cinta de solo dos o tres rollos, para presentar justamente esas figuras consagradas por la radio
en la preferencia del público. Lo hizo convencido de que «al dar dinero» esta película:
los productores se embullarían y acometerían una labor más eficaz en pro de nuestra industria, con la consiguiente ventaja
para los técnicos, los artistas, los escritores, los cronistas cinematográficos, ya que con todos se debe contar para la estabilización
y consolidación de nuestro arte fílmico. Pero las cosas se enredaron, y de tres a cuatro rollos pasamos a nueve. Y, cosa curiosa,
los empresarios, al marcar Romance musical, piden a la casa distribuidora un «relleno» larguito, creyendo que la película
tiene sesenta minutos, cuando en realidad dura setenta y ocho minutos.
Creo que el esfuerzo de lograr un film taquillero se traducirá en entusiasmo para seguir produciendo. Y entonces, como
yo no soy el «amo» de la industria, vendrán buenos y malos a sacar adelante este carro que lleva tanto tiempo atascado.»
Amado Trinidad Velasco facilitó los artistas contratados por su RHC Cadena Azul para una función a beneficio de Caparrós
en el Teatro Campoamor en la noche del 18 de junio de 1942 para la cual se vendieron entradas al precio de un peso. Ese escenario
acostumbraba a alternar los artistas del patio con variedades extranjeras, y Trinidad había ofrecido la oportunidad de actuar
allí a numerosos cantantes y agrupaciones cubanas, también escuchados a través de su emisora. La negativa de Federico Piñero
de colaborar con este empeño solidario hacia Caparrós fue calificada de repudiable. Octavio Gómez Castro proporcionó para
esta ocasión especial una copia de Romance musical. Un gesto encomiable fue el anuncio de Álvarez Coto, representante y gerente
de la Zenith Films, al Film Trade of Cuba de que donarían el 10 % de la recaudación de Fantasmas del Caribe el día del estreno
al Fondo Cubano Americano de Socorro a los Aliados.
Tomado del libro
Cronología del cine cubano II
(1937-1944)
Arturo Agramonte / Luciano Castillo
Ediciones ICAIC, 2012
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